Prácticamente cada métrica que miramos muestra que la industria energética está atravesando una recesión histórica sin precedentes. La rápida y fuerte caída del consumo y los precios de la energía han dejado a estos a niveles no vistos en casi dos décadas. Algunos expertos estiman que la contracción de la demanda global de energía durante el 2020 será siete veces mayor que la contracción vista tras la crisis financiera del 2008. Hasta que el mundo pueda salir del bloqueo de una manera segura, esta situación no se verá mitigada

Y nos preguntamos: ¿cómo el sector de las energías renovables, que estaba experimentando un crecimiento explosivo hasta la aparición del COVID-19, se recuperará de la crisis?

La realidad de la situación es que el mundo todavía se está enfrentando a una segunda, pero lenta, crisis presente desde el siglo pasado, el cambio climático. Así, el principal impulsor de la inversión y el desarrollo de las energías renovables no ha cambiado de perspectiva, ni siquiera a corto plazo. Una de las señales más alentadoras que hemos visto es el continuo apoyo gubernamental a las energías renovables, especialmente en Europa, tanto a nivel continental como nacional.

Los gobiernos de Alemania, Francia, Portugal e Irlanda han tomado medidas recientemente para retrasar los procesos de subasta o ampliar los plazos para la construcción, de modo que los productores de energía renovable tengan tiempo para hacer frente a los retrasos derivados del COVID-19. Mientras el objetivo de los gobiernos (y los ciudadanos) de mejorar radicalmente el impacto ambiental del consumo nacional de energía no se quede a mitad de camino, éste debería continuar siendo un importante impulsor del cambio.

Los gobiernos dirigirán el gasto, estimulando aquellas industrias que ayuden a la recuperación económica tras los efectos del coronavirus. El gasto en infraestructura ha sido durante mucho tiempo uno de los destinos favoritos de los paquetes de estímulo.

En las economías en desarrollo, se ha demostrado que las inversiones en infraestructura producen un beneficio de cuatro veces la inversión durante la vida del proyecto.

El paquete de ayuda de la Ley de Recuperación de 2009 del gobierno de Estados Unidos  generó 900.000 nuevos empleos en energía limpia a 2015. En un momento en que la probabilidad de que veamos nuevas rondas de paquetes de estímulos a nivel mundial es alta, existe la ventaja de que los gobiernos inviertan directamente en energías renovables para cumplir así con sus objetivos climáticos y estimular sus economías para salir de la crisis económica actual. Ciertos actores del sector privado también han demostrado que están comprometidos con financiar infraestructura a pesar de la crisis del COVID-19.

Iberdrola, la compañía de servicios públicos más grande de España, ha reafirmado recientemente su plan de invertir € 10.000 millones en proyectos de energía para fines de 2020, frente a los € 8.150 millones de 2019. De hecho, ya ha invertido € 3.800 millones en nuevas adquisiciones y planea contratar 5.000 nuevos empleados para finales de año. A mediados de marzo, Lightsource BP puso en marcha una planta solar de 260MW en Texas para luego cerrar un acuerdo de venta de energía (“PPA”) de 123MW a principios de abril.

A su vez, el sector financiero ha continuado apoyando las energías renovables. Engie recibió USD 1.600 millones en financiamiento de capital fiscal de HSBC y Bank of America para proyectos de 2GW y dos fondos de pensiones daneses compraron el 50% de una cartera de 594MW que se espera sea puesta en marcha a fines de este año.

Es más probable que el sector industrial se recupere rápidamente de este tipo de interrupciones que otros sectores al depender en menor medida de una interacción interpersonal.

Esto ayudará a aliviar los choques de oferta y demanda de la energía renovable. Y es que, con frecuencia, la industria sigue siendo el mayor usuario final de energía, incluso en economías basadas en servicios como la de EE.UU. (32% en 2018). Y por otra parte, la rápida recuperación del sector industrial es importante para las cadenas de suministro de nuevos proyectos renovables. Con la apertura de fábricas, particularmente en China, el shock económico del lado de la oferta debería comenzar a disminuir, comenzando así a normalizarse la demanda energética.

La demanda de petróleo, junto con la de electricidad, aumentará a medida que se permita la apertura de más fábricas y negocios. Si se tiene en consideración la idea de que los precios y la demanda de energía se recuperarán, aquellos que estén considerando proyectos no deberían verlos con demasiado pesimismo adicional.

Es muy probable que los proyectos renovables que eran buenos en el mundo anterior al COVID-19, sigan siendo buenos proyectos tras el COVID-19, especialmente teniendo en cuenta el hecho de que en infraestructura pasan años desde la planificación inicial hasta el inicio de la producción de energía.

La buena noticia es que, si bien la situación actual es desafiante desde la perspectiva de los precios de la energía, los principales factores impulsores y facilitadores del desarrollo de la energía renovable o no se han visto afectados o es probable que se recuperen rápidamente. Esto significa que, aunque haya desafíos que enfrentar, las fuerzas a medio y largo plazo que hacen que este sector sea atractivo no estarán bajo los efectos del COVID-19.