El rápido avance del e-business ha impulsado una demanda creciente de la seguridad online y la autentificación. Tecnologías avanzadas han sido desarrolladas para satisfacer esta demanda, siendo la necesidad de reemplazar la firma manuscrita por la firma digital una de las principales prioridades.

La firma electrónica autentifica y da seguridad a los documentos tratados de forma telemática.

Permite ahorrar tiempo, al proporcionar a las empresas la capacidad de ser más ágiles en todos los procesos que requieren de firma, permitiendo a su personal disponer de más tiempo para dedicar a otro tipo de actividades. La firma digital supone además una reducción de costes.

Otra ventaja al realizar digitalmente los procesos, es el almacenamiento, que no es físico, reduciendo el espacio necesario para almacenar documentación, así como el uso de papel. La ya existente tendencia a abandonar el uso del papel se ha visto fuertemente reforzada gracias a este tipo de tecnologías.

La firma electrónica se ha vuelto un imprescindible en la transformación digital que han debido asumir las organizaciones, tanto públicas como privadas, como prioridad estratégica absoluta. Actualmente se encuentra regulada por la normativa europea eIDAS (por su siglas en inglés, electronic IDentification, Authentication and trust Services), que establece las normas para la identificación electrónica y los servicios de confianza asociados.

En un momento en el que el teletrabajo, la conciliación familiar y la flexibilidad laboral han llegado para quedarse, son muchos los sectores que ya demandan soluciones electrónicas: jurídico, sanitario, bancario y servicios públicos, entre otros.

Según estudios recientes, el mercado global de firma digital aumentó de USD 660 millones en 2016 a USD 1.200 millones en 2018 (CAGR +32%) y se espera que se cuadruplique para 2023, alcanzando los USD 5.500 millones.