Casi todos los inversores quieren parecer buenos (Responsabilidad), pero además deberíamos serlo (Impacto).

Todos los sectores generan un impacto en la sociedad donde se radican o a la que sirven, siendo más positivo en función del propósito, de la intención; algunos ejemplos:

En energías renovables, con la fotovoltaica a la cabeza: benefician al medioambiente, así como financieramente gracias a las ingentes inversiones en plantas que ayudan a que se sigan investigando y mejorando las tecnologías. Ahora, si bien es responsable generar energía renovable y verterla a la red, tendrá más impacto el autoconsumo o la eficiencia energética, más allá del mero ahorro de costes.

Otro ejemplo sería la educación online. Cualquier inversión en educación tiene, sin duda, un carácter social, pero cuando es en formación a distancia impacta aún más, por ser inclusiva y posibilitar el acceso a la educación a aquellas personas que por cuestiones personales, económicas o geográficas no pueden hacerlo de forma presencial.

Las inversiones de más impacto social son las Microfinanzas, por ser una herramienta que permite a las personas salir por sí solas de la pobreza cuando los buenos resultados son empleados por las familias en mejorar su calidad de vida en alimentación, educación, salud y vivienda. Sin embargo, como en todas las clases de activos de impacto, lo responsable es invertir un poco de dinero para obtener rentabilidad financiera, pero el verdadero impacto radica en invertir de forma relevante, con sentido, integrando políticas e implicándose en la protección al cliente final.

También en la industria de la gestión de activos se puede impactar; así, hemos visto a los jefes de BlackRock y Vanguard pedir a las empresas en las que invierten que tengan un impacto positivo a largo plazo en la sociedad -primer paso conseguido-, pese a que sus empleados estén más enfocados en los resultados a corto plazo debido, entre otras cosas, a las propias políticas de incentivos que ellos mismos les imponen -éste deberá ser el segundo paso a conseguir-. Hubo un tiempo en que los accionistas eran considerados lo más importante para una empresa, después fueron los directivos; hoy, parece que hemos entendido que debemos incluir a los trabajadores, clientes, proveedores y comunidades.

«Es tiempo de dar prioridad a los valores sobre el valor».

El concepto de Impacto debe ser entendido de forma transversal: debemos conseguir un impacto positivo en la sociedad con todo lo que invertimos y en todos los sectores pero, además, hacerlo generando empleos y sueldos dignos; trabajos conciliadores, formativos, que favorezcan la ascensión y se desarrollen en entornos (oficinas, centros fabriles y logísticos) eficientes.

No ser malo no es lo mismo que ser bueno; de hecho, la teología moral equipara un acto malo con la omisión culpable de un acto bueno. Es tiempo de dar prioridad a los valores sobre el valor.